En los helados, el azúcar invertido evita la cristalización de la sacarosa, por lo que les otorga mucha más cremosidad. Son helados sin "cristales de hielo". Debido a su gran poder anticongelante, su empleo debe limitarse al 10-15% del total de los azúcares empleados.
En las masas de levadura fresca, como brioches, ensaimadas, roscones de reyes... el azúcar invertido consigue que la masa ya horneada dure fresca más tiempo, pues retrasa el secado, manteniendo la humedad.